No a la escultura de mujer arrodillada representando a Mariana Pineda en la Plaza Santa Adela de Huéscar

miércoles, 12 de mayo de 2010

Complejos que nos llevan a la Incineradora de Huéscar



Lo que está ocurriendo en Huéscar en estos momentos es una cuestión de complejos sociológicos, de identidades confusas.

Nuestros dirigentes políticos no aceptan pertenecer al mundo rural y tratan de borrar cualquier rasgo físico que nos identique como rurales. Preferirian que nuestras pequeñas poblaciones se parecieran a las grandes ciudades: atascos de tráfico, rotondas, varios carriles en ambas direcciones, contaminación, polígonos industriales en los que sobresalen enormes chimeneas emanando gases día y noche, fábricas en las que se trabaje a turnos, cientos de camiones y cisternas circulando a diario; grúas, edificios altos con ascensores, expansión constante de las poblaciones a urbanización por año en el extraradio; centros comerciales, intensa iluminación urbana, sofisticadas cafeterías donde es fácil coincidir con personajes y personajillos públicos, famosos y famosillos, rivales políticos distantes y rivales políticos que no lo son tanto, grandes empresarios de prestigio y mafiosillos, centros comerciales de dudosa estética y peores contenidos, MacDonald´s, restaurantes chinos, burdeles de élite, selectas boutiques, sofisticadas cafeterías en las que coincidir con personajes y personajillos públicos, lujoso casino de empresarios; prensa diaria con artículos haciendo referencia a todas y cada una de las múltiples actuaciones públicas y fotografías al descuido; presupuestos municipales anuales de varios cientos de millones de euros, trasiego en las dependencias del ayuntamiento de trajeados abogados y empresarios solicitando licencias de obras, de aperturas de negocios de las más variadas índoles, coches oficiales de gama alta, secretarios que los siguen a todas partes y les atienden las llamadas de los dos o tres móviles por persona. En fin, todo lo que significa un entorno político urbano de tamaño grande.

Pero claro, viven y trabajan en un entorno de pequeñas poblaciones silenciosas, sin contaminación acústica, sin fábricas, sin polución, sin coches oficiales, sin personajes famosos a los que saludar o mirar de reojo. Donde todo es cercano, donde l@s ciudadan@s los tratan de tú, te abordan en la calle, te cuentan los problemas, te pillan a trasmano en el despacho y con traje de faena te dicen "mira, que yo quiero montar ésto, a ver si podeis ayudarme", y eso, a la larga, crea ciertos traumas de identidad.

Por eso tratan de invisibilizar todo lo rural: agricultura, apicultura, avicultura, ganadería, viticultura tradicional, artesanías, aprovechamiento forestal y de recursos endógenos, consumo de proximidad (salvo excepciones para exclamar en público "como ésto no se encuentra en ningún sitio"), gastronomía (salvando alguna excepción), naturaleza, urbanismo etnográfico. Incluso el turismo tiene la etiqueta de rural, luego mejor lo evitamos, para empezar, evitamos señalizarlo, que no se le recuerde constantemente que vivimos de los recursos rurales.

Cierto que se han recuperado muchas cuevas y se han construido otras nuevas destinadas al turismo, se han declarado monumentos y hasta alguna localidad de interés histórico artístico, tenemos una agricultura ecológica en auge y alguna empresa relacionada; existen almazaras de producción ecológica, bodegas, granjas avícolas, plantaciones de frutales de nuevo cuño (cerezos, nogales), se está haciendo algún esfuerzo por recuperar algún gremio artesanal desaparecido (vidrio de Castril), restaurado monumentos históricos. Y seguramente, más empresas, gremios y actuaciones que desconozco. El sector agrícola tradicional, salvo las subvenciones anuales estipuladas, no creo que reciba más subvenciones; y la agricultura y apicultura ecológicas lo son por vocación, aunque se acojan de igual forma a cualquier ayuda de las administraciones a la que puedan acogerse por derecho.

El sector turístico es de nuevo cuño, salió de la nada. Posiblemente aprovenchando alguna gran partida de financiación pública destinada a fomentar los alojamientos rurales en zonas concretas de Andalucía y basándose en algún primer extranjero que llegó aquí, rehabilitó una cueva y compró otras para alquilarlas como alojamientos. Hace unos días, en la prensa granadina uno de los dirigentes de la asociación de turismo de Huéscar, decía que "no veo ningún inconveniente en que se apoye", por la incineradora. Es decir, el sector turístico comarcal no tiene madera de tal, ha sido creado por casualidad, seguramente no comprenden la idiosincrasia del turismo rural. Igual da que da igual. Si consiguen lleno en puentes, semana santa y agosto, lo dan por bueno. Para qué mas. Ni siquiera tienen madera de empresarios, porque si la tuvieran, harían todo lo posible por tener lleno todo el año, lo que les supondría más ingresos económicos y a la comarca le supondría empleo e ingresos económicos, todas las partes ganarían.

Cierto también que tenemos no se cuantas oficinas, cada una de distintas competencias, con el objetivo de apoyar a emprendedor@s, fomentar el autoempleo (al que pomposamente llaman "empresario"), crear pymes y, sobre todo, tramitar las subvenciones. Pero éstas no llegan a la mayoría de personas con una idea emprendedora. Bien porque la o el emprendedor entiende que la subvención le cubre hasta el gasto más mínimo, bien porque los perfiles son muy cerrados, bien por las negativas a dar licencias de apertura para pequeñas empresas (conservas vegetales, quesos, artesanía).

Y, sobre todo, porque no hay una voluntad política firme de aprovechar los recursos endógenos. Precisamente por eso, porque son despreciados. A donde vamos con el esparto, con la lana, con los espejuelos; para que vamos a montar una pyme que fabrique queso con leche de nuestra cabaña ovina y caprina, para que nos vamos a liar manufacturando almendras, tomates, pimientos, melocotones, cerezas, nueces, calabazas, setas. A una asociación de Benamaurel le han puesto trabas hasta el infinito para envasar la alcaparra ecológica de la comarca. También en Benamaurel hay una empresa que compra, manipula y envasa alcaparra. De Marruecos. Traen la alcaparra de Marruecos para envasarla y comercializarla aquí, en un territorio no solo que tiene alcaparra silvestre en cantidades, si no que es perfectamente apto para su cultivo.

Imaginemos que en cada localidad tres o cuatro personas se dedican a un pequeño negocio de alcaparras, otras tantas a setas, otras tantas a melocotones, otras tantas a tomates, otras tantas a mermeladas, otras tantas a almendras (pelar, tostar, freir, garrapiñar, laminar, picar, moler), otras a licores de cerezas, de membrillo, rosa mosqueta, flor de esparto, almecinos; otras tantas a patés de aceitunas y almendras; otras tantas a repostería innovadora con productos locales ecológicos; otras tantas a la miel; otras tantas trabajar la artesanía de espejuelos, otras tantas a la del esparto (no me refiero a personas jubiladas), otras tantas a recoger el esparto con medios mecánicos, otras tantas a fabricar bolas de encendido con esparto, otras tantas a fabricar persianas y sombrillas de esparto; otras tantas a fabricar cestas para la compra y el campo de esparto, otras tantas a lavar lana, otras tantas a cardar lana, otras tantas a teñir lana con tintes naturales, otras tantas a hilar lana, otras tantas al tejido artesanal con lana; una tienda en cada localidad de artesanía; una tienda de artesanía en cada localidad de productos ecológicos comarcales; otras tantas a comercializar trucha en escabeche (o cualquier otra receta apta); aprovechar un edificio abandonado para montar un restaurante durante el verano junto a la piscifactoria, donde únicamente se ofrezca la trucha que ha pescado o comprado el cliente en la propia piscifactoría, guarniciones de productos locales, ensaladas de productos locales y postres elaborados de forma artesanal y con productos locales; que los restaurantes comarcales utilicen productos comarcales y ecológicos de temporada o envasados (encurtidos, secos, en aceite, paté); otras tantas a una granja de gallinas ecológicas, otras tantas a granjas de conejos; otras tantas a productos de cosmética con rosa mosqueta, plantas aromáticas, lanolina (extraída en el lavado de la lana); otras tantas a elaborar jabones, aceites esenciales e hidrolatos; otras tantas a ... aún quedan algunas "otras tantas". Ahora, sumemos cada una de esas tantas. Fácilmente pueden ser trescientas cincuenta o cuatrocientas personas, tomando solo una por sector y población. Es decir, que podíamos, fácilmente, duplicar o triplicar esa cifra. Y no hemos tocado el tema turismo, que es amplio. Ni otras artesanías. Ni otros empleos derivados: más agricultor@s, recolector@s, producción envases, etiquetas, biólog@s, técnic@s, personal de limpieza, administrativ@s, etc.

¿Cuantos empleos pueden sumar en total? ... 350-400 por dos, tres, cuatro. Y la inversión para todos ellos, bien estructurada, quizás no superaria el millón o dos de euros. Pongamos tres millones. En total. He dicho bien estructurado, aprovechando las instalaciones necesarias en cuanto a alimentación se refiere para varios apartados; las artesanías requieren poca infraestructura, ni siquiera hay que tenerla en cuenta. Y empezando cada actividad con humildad, muchas ganas de trabajar, de investigar, de ganar poco al principio, de que limen la rigidez de los perfiles.

¿Y por qué no desarrollan todo esto, por qué no hay voluntad para organizar y desarrollar ese simple entramado? ... Inversión mínima, puestos de trabajo totales relevantes. Profesionalización. Ecológico. Poco consumo energético. Consumo de proximidad. Materias primas renovables, sin gasto adicional para su transporte, sin contaminar. Contribución real a la preservación del medio ambiente. Valorización de nuestros productos. Prestigio. Polémicas de contaminación cero.

Posiblemente no lo hacen, ni siquiera lo intentan, porque todo eso huele a rural. A naturaleza. A pureza. A salud. A bienestar. A calidad de vida. A respeto por la tierra y el planeta. A respeto por las personas. A ser deseados como territorio físico y social. A todo cuanto no tiene nada que ver con el entorno y la vida urbanas.

Por eso no se hace nada salvo olfatear subvenciones, cazarlas al vuelo, enjaularlas sin saber que hacer con ellas, inventar historias para justificarlas que nada tienen que ver, adjudicarlas al tum-tum. Y babean de gusto cuando alguien les propone, así de buenas a primeras "¿no te interesa una macro incineradora en tu territorio? Si te interesa, organizo una empresa en un pis-pas y te la vendo. Garantizado que hablarán de tí si aceptas. Incluye algunos puestos de trabajo de baja categoría y se perderán otros de mucho más valor. Grado de contaminación general a determinar dentro de una o dos décadas, pero posiblemente será alto. Deterioro del medio ambiente asegurado. Posibles enfermedades endémicas y mutantes en la población humana. Te va a salir un poco cara, pero ya sabes, es un producto innovador, y de momento, como las piezas de arte, será pieza única.". El maldito complejo de urbanitas que invade a la clase dirigente local y que tan bien sabe transmitirlo a la ciudadanía. Incluso subliminalmente.

DahirA.

2 comentarios:

Pilar dijo...

Muy bien dicho!. me gusta el estilo de este blog, habla clarito , nada retórico y bién expresado.

¿Me podeis decir quién escribe o redacta las entradas?

FELICIDADES.

Asociación de Artesanas DahirA dijo...

Saludos, Pilar Portillo. Escribimos tal cual sentimos, trabajamos y vivimos. Las entradas al blog las redacta y escribe al mismo tiempo la misma persona, una socia de Dahira, que traslada con estas entradas la filosofía de la asociación, cuyas socias y socios estamos entre los 24 y los 59 años de edad, que amamos profundamente a este territorio y que creemos firmentente en sus posibilidades de desarrollo sostenible, así como las posibilidades reales de futuro digno que tiene el planeta, si empezamos a tomárnoslo en serio ya. Agradecemos, no lo dudes, tu comentario tan positivo.