No a la escultura de mujer arrodillada representando a Mariana Pineda en la Plaza Santa Adela de Huéscar

miércoles, 31 de octubre de 2012

Rizando el rizo



Este país ha perdido el norte por completo. Acabo de leer en Público una noticia que, pareciendo que la protagonista es Ana Botella y su opinión sobre los desahucios, sin embargo no lo es. El protagonista es Amancio Ortega. La alcaldesa de Madrid sale en su defensa agradeciéndole los 20 millones de euros que ha donado a Caritas y que según la alcaldesa, servirán para las personas necesitadas, entre ellas, las que han sufrido un desahucio.

Las empresas de confección de Amancio Ortega explotan en régimen de esclavitud a niñas en países subdesarrollados y emergentes. Las explota tanto que amasa millones y millones de euros, tantos que este año le sobran veinte. Millones de euros. Y es tan buena gente que los dona para paliar la explotación y la miseria.

Rizando el rizo. Y la buena de la alcaldesa de Madrid, la misma a la que no se le caen los anillos afirmando en publico, que la Cenicienta del cuento es un ejemplo a seguir por todas las mujeres porque soporta los malos tratos sin rechistar, defiende al explotador de personas incluso pequeñitas, menores de edad, con el objetivo de amasar millones y millones que luego no sabe en que emplearlos.

Sinceramente, no se quien es más infame, si Amancio Ortega, o Ana Botella por defender lo indefendible. Claro que, lo más destacable de la carrera política de esta señora son sus enrevesadas y crueles opiniones y declaraciones, cada una peor que la anterior.

En fin, que para justicia social, versión Ana Botella, Eurovegas. Los desahucios son inevitables. Y el explotador de niñas y mujeres, un santo.

Ya tengo una edad, a que engañarnos, y a pesar de ello, me zafé de la Sección Femenina. Confío en que no me obliguen a hacer el servicio social a mi edad. No ya por mi, que también logre salir victoriosa de unos cursillos prematrimoniales impartidos por un orondo sacerdote de la España profunda, sino porque no se si soportaría que el país retrocediera en poco tiempo hasta los años cuarenta o cincuenta del siglo pasado.