"Cuando Javi tenía evaluaciones la casa se volvía loca, nunca entendí cómo podía estudiar oyendo a los AC/DC, ni por qué necesitaba desayunar bizcocho casero, cuando además yo nunca dominé bien los postres, pero era el pequeñín y siempre fue mi debilidad.
Una noche, después de cuatro exámenes de Javi, es decir de cuatro bizcochos seguidos, reconozco que me harté.
-¡Vale, pues enséñame!-me pidió él con la harina en la mano.
-Okay. No tengo miedo a la muerte porque minero nací.
Lo primero es ver si tenemos todos los ingredientes del bizcocho.
¿Tenemos 3 huevos? ... sí, aquí hay siete ... Okay vamos bien. ¿Tenemos un yogur de limón? ... ¡Caducado! ... No puede ser ... ¿Es una broma? ... Qué gracioso. ¿Tenemos harina? ...¿Un puñado? ... ¿Sólo un puñado? ... Ja, ja, ja ... ¿Has dejado azúcar después del taque de cola-cao?. ¿Aceite de girasol? ... ¿Que cuánto hace falta? ... Nada, un vasito. Levadura en polvo sí tenemos. Mira a ver si queda una manzana amarilla ... ¿Que donde están? ... Pero Javi, ¿no sabes donde está la fruta? ... Claro, como cada día lo cambio todo de sitio ... Tienes razón, mira en la nevera ... Vale, quedan dos. Bueno, ¡pues manos a la obra!"
Pimientos rojos rellenos y otros cuentos de cocina. Mónica Bardem, 1999.
Hace treinta y pico años, cuando a un pequeño grupo de jóvenes de pueblo, chicas y chicos, les unía lo que ellos y ellas estaban convencidos de que era una necesidad, pongamos por caso, para que la ciudadanía de su comunidad tuviera acceso a la cultura y a espacios sociales y culturales públicos y diversos, se reunían, aportaban propuestas, debatían, se llegaba a consenso, y decidian constituirse en asociación. Una vez que los estatutos de la misma y el nombre eran redactados y aprobados, se establecian grupos de trabajo y las tareas que correspondía a cada grupo. Uno de los grupos era el que representaria a la asociación (digamos que se llama Ágora) en las negociaciones con el ayuntamiento; un ayuntamiento todavía franquista, es decir, que el alcalde había sido nombrado cuando todavía estaba vivo el dictador. Los representantes eran un chico y una chica, por aquello de que los dos géneros tenían igual valía y era necesario que estuvieran igual de visibilizados. Aún no se utilizaba el término igualdad de género -apenas la ley española otorgaba los mismos derechos fundamentales a las mujeres que a los hombres-, pero las nacientes asociaciones de jóvenes, chicos y chicas, tenían bastante claro que la igualdad de género era una necesidad vital para unas y para otros. Por eso, actuaban en igualdad, sin fraccionamientos machistas ni hembristas de ningún tipo. Y no porque alguien les dijera que eso era lo correcto -todo lo contrario, las chicas recibían con toda frivolidad, por parte de un buen número de personas adultas, entre éstas, el de sus propios padres y madres, el calificativo de "putas" por el mero hecho de pertenecer a asociaciones mixtas al margen de la tutela de la iglesia-, si no porque esa era su propia necesidad, de unas y de otros, lo sentían así, y lo vivían así.
Estos chicos y chicas utilizaban un lenguaje no sexista, que nadie se lo había enseñado; no les habían impartido charlas, cursos, ni los invitaban a jornadas bajo el epígrafe de "igualdad de género" o "lenguaje no sexista". No existían esas charlas ni esos cursos. No obstante, entre esas chicas y chicos, o normal era saludar con un "chicos, chicas, buenas", o cuando una persona se dirigía al grupo en las reuniones y asambleas con un "compañeras, compañeros".
Tampoco en esas asociaciones de jóvenes, chicos y chicas, existía la figura del coordinador (quizás no se habían inventado los coordinadores entonces), ni de ninguna persona adulta representante de ninguna administración, partido político o sindicato. No daban opción a ello. Esas asociaciones eran libres, independientes, existían por si mismas, actuaban según sus propios principios, criterios, acuerdos y objetivos. Estoy hablando de chicas y chicos entre los diecisiete y veintipocos años.
Eso ocurría hace treinta y pico años, en un pueblo de provincias, como se decía entonces.
Por eso me resulta tan extraño leer hace unos días en el foro pikaciano de Huéscar ( http://pikazahuescar.superforos.com/viewforum.php?f=1 , 22 de octubre, tema ¿Igualdad de género en Huéscar) que una persona, no se si hombre o mujer, joven, adulta o mayor, diga "en vecinos y amigos se incluye el femenino, toda la vida ha sido así. Ahora vivimos una moda (miembros y miembras), que no se sostiene. Hay que erradicar la violencia de género y el machismo, pero eso no es machismo. El lenguaje va a lo sencillo, no a complicar las cosas con chorradas. Si saludo a mis amigos, son "amigos", no tengo que especificar "amigas", va implícito. U otras frases similares como "es imposible utilizar ese lenguaje en la vida diaria: uno dice "dile a los niños que nos vamos". Es más cómodo. Si tu quieres alargar frases hasta el infinito puedes hacerlo".
Esta sorprendente lectura, o no tan sorprendente, depende desde donde se mire, va simultánea con unas fotografías encontradas en una página web de la comarca, referentes a las asambleas de constitución de dos asociaciones juveniles en diferentes localidades; en ambas está presente el dinamizador de la Mancomunidad de Municipios de Huéscar; en una de ellas también aparece el alcalde de la localidad y un chico aparece en las dos asambleas de los dos pueblos diferentes. Me consta que en otra localidad del Altiplano, esta vez en la comarca de Baza, también fue el ayuntamiento quien dirigió la asamblea preliminar.
También, como ya hemos dicho aquí en otras ocasiones, las asociaciones de mujeres de Huéscar cuentan con las técnicas de igualdad del municipio en sus asambleas, y la FAMAG con estas mismas técnicas y, ocasionalmente, con las concejalas de igualdad de varios municipios.
Después de treinta y pico años, en lugar de encontrarnos con una sociedad más madura, más independiente, más igualitaria, nos encontramos con una sociedad mucho más inmadura, más injusta y más dependiente. Donde hace cuarenta años controlaba la iglesia, ahora son las administraciones quienes dirigen y controlan, de forma muy sabia: juventud y mujer, que representan mucho más de la mitad de la población, y en el caso de la juventud, el futuro social, económico, cultural. En el caso de la mujer, no olvidemos que es ésta quien educa a la siguiente generación. Así, cuando los y las jóvenes crezcan y se adhieran a asociaciones sociales adultas, ya van con la lección aprendida: el estado, a través de sus diferentes representantes, me tutela, me dirige, me enseña, me dice lo que si debo hacer y lo que no debo hacer; me dice como hacerlo, se justifica, se explica, me muestra las pautas a seguir, me dice lo que no tengo que protestar y lo que debo aplaudir, y sobre lo que tengo que conformarme.
Tuvimos la excusa, completamente fundada, sin duda alguna, durante décadas, de la dictadura fascista y el apoyo incondicional de la iglesia católica a ésta, o quizás debiéramos decir que se apoyaban mutuamente para permanecer cada una de ellas en el poder: la educación que nos imponían, las leyes, la falta de libertad, la brutal represión de los vencedores, el analfabetismo. Y ahora, después de treinta y pico años de democracia, ¿cual es la excusa?. ¿Cual es la excusa para que nos dejemos llevar de la mano toda nuestra vida por las administraciones? ... ¿Donde tenemos guardado el sentido innato del ser humano de libertad y transgresión?. Muchos y muchas lo desarrollaron incluso en los peores años del franquismo, a costa incluso de sus vidas.
¿Por qué ahora, treinta y pico años después, asumimos que es el Estado, en sus diferentes versiones, sin importar qué partido político esté gobernando y cuales sean sus políticas, el que decide por nosotros y nosotras lo que queremos cambiar, reivindicar, exigir, denunciar? ¿Por qué nos dejamos arrastrar con tanta pasividad y conformismo?
La igualdad de género va y viene a nivel institucional, crean un ministerio, lo quitan; la ciudadanía la notamos poco, avanzamos poco, con o sin ministerio, ahí queda el comentario de "es más cómodo dile a los niños que nos vamos". Las mujeres nos dejamos dirigir por otras mujeres que no aportan ni un ápice de ideas nuevas ni de apoyo a las propias (no, no voy a recurrir al simil de tiempos pasados); la juventud deja que la organicen agentes externos a ella, las administraciones están retomando la vieja consigna de que a la ciudadanía mejor darle de comer a mano que dejarla que aprenda a comer por si misma, no sea que se rebele y peligre el poder de quien lo ostenta. ¿Estamos en una dictadura light, y consentida?
En los corrillos privados todos y todas decimos algo, alguna propuesta, algo en contra, algo a favor, nos repelen las políticas de quienes gobiernan, las de unos y las de otros, nos duelen las traiciones, vemos el futuro muy espeso, muy negro, nuestras economías personales están cada vez más mermadas, estamos en paro o tememos perder el empleo; nos preocupa la violencia de género, las hipotecas, los precios, la apatía de nuestros hijos e hijas por los estudios y por el trabajo; nos sigue preocupando el qué dirán; tenemos muy confusos los conceptos de igualdad de género, desarrollo sostenible, justicia social, socialismo ... Cuando nos asociamos, ¿para que lo hacemos? ¿Para que las administraciones se justifiquen a si mismas y ante el mundo? ¿Por inercia? ¿Porque pretendemos obtener algún beneficio personal a cambio de nada?
Estos chicos y chicas utilizaban un lenguaje no sexista, que nadie se lo había enseñado; no les habían impartido charlas, cursos, ni los invitaban a jornadas bajo el epígrafe de "igualdad de género" o "lenguaje no sexista". No existían esas charlas ni esos cursos. No obstante, entre esas chicas y chicos, o normal era saludar con un "chicos, chicas, buenas", o cuando una persona se dirigía al grupo en las reuniones y asambleas con un "compañeras, compañeros".
Tampoco en esas asociaciones de jóvenes, chicos y chicas, existía la figura del coordinador (quizás no se habían inventado los coordinadores entonces), ni de ninguna persona adulta representante de ninguna administración, partido político o sindicato. No daban opción a ello. Esas asociaciones eran libres, independientes, existían por si mismas, actuaban según sus propios principios, criterios, acuerdos y objetivos. Estoy hablando de chicas y chicos entre los diecisiete y veintipocos años.
Eso ocurría hace treinta y pico años, en un pueblo de provincias, como se decía entonces.
Por eso me resulta tan extraño leer hace unos días en el foro pikaciano de Huéscar ( http://pikazahuescar.superforos.com/viewforum.php?f=1 , 22 de octubre, tema ¿Igualdad de género en Huéscar) que una persona, no se si hombre o mujer, joven, adulta o mayor, diga "en vecinos y amigos se incluye el femenino, toda la vida ha sido así. Ahora vivimos una moda (miembros y miembras), que no se sostiene. Hay que erradicar la violencia de género y el machismo, pero eso no es machismo. El lenguaje va a lo sencillo, no a complicar las cosas con chorradas. Si saludo a mis amigos, son "amigos", no tengo que especificar "amigas", va implícito. U otras frases similares como "es imposible utilizar ese lenguaje en la vida diaria: uno dice "dile a los niños que nos vamos". Es más cómodo. Si tu quieres alargar frases hasta el infinito puedes hacerlo".
Esta sorprendente lectura, o no tan sorprendente, depende desde donde se mire, va simultánea con unas fotografías encontradas en una página web de la comarca, referentes a las asambleas de constitución de dos asociaciones juveniles en diferentes localidades; en ambas está presente el dinamizador de la Mancomunidad de Municipios de Huéscar; en una de ellas también aparece el alcalde de la localidad y un chico aparece en las dos asambleas de los dos pueblos diferentes. Me consta que en otra localidad del Altiplano, esta vez en la comarca de Baza, también fue el ayuntamiento quien dirigió la asamblea preliminar.
También, como ya hemos dicho aquí en otras ocasiones, las asociaciones de mujeres de Huéscar cuentan con las técnicas de igualdad del municipio en sus asambleas, y la FAMAG con estas mismas técnicas y, ocasionalmente, con las concejalas de igualdad de varios municipios.
Después de treinta y pico años, en lugar de encontrarnos con una sociedad más madura, más independiente, más igualitaria, nos encontramos con una sociedad mucho más inmadura, más injusta y más dependiente. Donde hace cuarenta años controlaba la iglesia, ahora son las administraciones quienes dirigen y controlan, de forma muy sabia: juventud y mujer, que representan mucho más de la mitad de la población, y en el caso de la juventud, el futuro social, económico, cultural. En el caso de la mujer, no olvidemos que es ésta quien educa a la siguiente generación. Así, cuando los y las jóvenes crezcan y se adhieran a asociaciones sociales adultas, ya van con la lección aprendida: el estado, a través de sus diferentes representantes, me tutela, me dirige, me enseña, me dice lo que si debo hacer y lo que no debo hacer; me dice como hacerlo, se justifica, se explica, me muestra las pautas a seguir, me dice lo que no tengo que protestar y lo que debo aplaudir, y sobre lo que tengo que conformarme.
Tuvimos la excusa, completamente fundada, sin duda alguna, durante décadas, de la dictadura fascista y el apoyo incondicional de la iglesia católica a ésta, o quizás debiéramos decir que se apoyaban mutuamente para permanecer cada una de ellas en el poder: la educación que nos imponían, las leyes, la falta de libertad, la brutal represión de los vencedores, el analfabetismo. Y ahora, después de treinta y pico años de democracia, ¿cual es la excusa?. ¿Cual es la excusa para que nos dejemos llevar de la mano toda nuestra vida por las administraciones? ... ¿Donde tenemos guardado el sentido innato del ser humano de libertad y transgresión?. Muchos y muchas lo desarrollaron incluso en los peores años del franquismo, a costa incluso de sus vidas.
¿Por qué ahora, treinta y pico años después, asumimos que es el Estado, en sus diferentes versiones, sin importar qué partido político esté gobernando y cuales sean sus políticas, el que decide por nosotros y nosotras lo que queremos cambiar, reivindicar, exigir, denunciar? ¿Por qué nos dejamos arrastrar con tanta pasividad y conformismo?
La igualdad de género va y viene a nivel institucional, crean un ministerio, lo quitan; la ciudadanía la notamos poco, avanzamos poco, con o sin ministerio, ahí queda el comentario de "es más cómodo dile a los niños que nos vamos". Las mujeres nos dejamos dirigir por otras mujeres que no aportan ni un ápice de ideas nuevas ni de apoyo a las propias (no, no voy a recurrir al simil de tiempos pasados); la juventud deja que la organicen agentes externos a ella, las administraciones están retomando la vieja consigna de que a la ciudadanía mejor darle de comer a mano que dejarla que aprenda a comer por si misma, no sea que se rebele y peligre el poder de quien lo ostenta. ¿Estamos en una dictadura light, y consentida?
En los corrillos privados todos y todas decimos algo, alguna propuesta, algo en contra, algo a favor, nos repelen las políticas de quienes gobiernan, las de unos y las de otros, nos duelen las traiciones, vemos el futuro muy espeso, muy negro, nuestras economías personales están cada vez más mermadas, estamos en paro o tememos perder el empleo; nos preocupa la violencia de género, las hipotecas, los precios, la apatía de nuestros hijos e hijas por los estudios y por el trabajo; nos sigue preocupando el qué dirán; tenemos muy confusos los conceptos de igualdad de género, desarrollo sostenible, justicia social, socialismo ... Cuando nos asociamos, ¿para que lo hacemos? ¿Para que las administraciones se justifiquen a si mismas y ante el mundo? ¿Por inercia? ¿Porque pretendemos obtener algún beneficio personal a cambio de nada?
"MODO DE PREPARACIÓN
-¿Qué hago?
-Lo primero, relajarte que esto es muy fácil ... mesale a mí, así que tú tranquilo. Vamos a pasárnoslo muy bien. Necesitamos un cacharro alto para batir todo esto, ése por ejemplo: grande y hondo. Ahí echas los tres huevos, sin la cáscara, y el yogur de limón. Ahora, el envase de yogur lo llenas tresveces de harina ... Así, muy bien, pero procura que caigadentro. Ahora llenas el envase dos veces de azúcar ... Perfecto, y por último, una vezde aceite de girasol ... De oliva no... No, porque es más denso y no deja subir el bizcocho.
Ya solo queda echar el sobre de levadura.
-¿Entero?
-Sí ... Ya está.
-Oye, somos la leche. ¿No lleva leche? ¡Menos mal, me la he bebido toda!
-Coge la batidora, Javi, y lo bates todo hasta que esté cremoso y veas que ha aumentado.
-¿Eso cómo se ve?
-Pues mirando, pequeño enano.
(No sé si a mi hermano le va a gustar que descubra aquí su mote casero, él ya medía cerca de 1,80, pero siempre será el pequeño enano.)
-¿Notas que ya ha subido un poco?
-¡No!
-Pues sí ha subido
-Si tú lo dices
- Ahora encendemos el horno sólo por abajo, a 130 ºC, sacamos la fuente y la engrasamos con un poco de aceite. También echamos un puñadito de harina, para que cubra la pareces y no se pegue el bizcocho.
-¿Falta mucho?
-No, Javi, estamos a punto de terminar. Lo último que queda es pelar la manzana y quitarle el corazón.
-Y cómo se quita eso?
-Pues con ese aparatito de la abuela que es como un tubo con dientes. ¿Ves?, se mete por el medio, hasta abajo, y se saca. ¡Ya está! ... y tú solito.
-Oye, esto mola.
-Ahora corta la manzana en dos y cada mitad en rodajitas finas ... Así... Muy bien, pero un poco más delgadas.
Echamos la crema en la fuente, y metemos dentro de la masa las rodajas de manzana, ¡¡y al horno!!. Veinte minutos con calor por abajo y cinco con el grill.
-Javi, si abres el horno para ver cómo va, no sube
-¡Pero es que quiero verlo!
-Pues no se puede
-Bueno, pues me voy
-¡No! Si te vas, el bizcocho se siente abandonado y se quema.
-Bahh...
-Lo que puedes hacer es ayudarme a recoger todo esto
-¡Si me haces un cola-cao!
-Pero si no has dejado leche
-Tú tienes un zulo, que lo sé, Moni
-¡¡¡Pequeño enano!!!
Cómo le quiero."
Pimientos rojos rellenos y otros cuentos de cocina, Mónica Bardem, 1999.
DahirA.
Declaración Universal de los Derechos Humanos, Art. 19: Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.
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