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lunes, 3 de enero de 2011

Viejas promesas para un Año Nuevo

Comienza un nuevo año, y como cada nuevo año, viene cargado de buenos deseos, planes, y promesas. Las clásicas autopromesas en estas fechas son las de dejar de fumar entre las personas fumadoras, aprender inglés, y el de adelgazar entre quienes se han pasado dos o tres semanas entre atracones de comida y bebida y ahora, cuando las cinturillas de los pantalones y las faldas se resisten a cerrarse, les entra la mala conciencia por los excesos que tan alegremente se han cometido durante esas semanas. Este año, además, será un año electoral, así que posiblemente también esté cargado de inauguraciones de última hora, y promesas políticas, muchas de las cuales serán hechas sin ningún pudor, acogiéndose a la mala memoria de la ciudadanía: l@s votantes.

Pero entre las promesas que nos hacemos las personas a nosotras mismas y las promesas políticas que nos harán, está la realidad, la cotidianidad: el paro, la adolescencia rebelde y apática de nuestros hijos e hijas, la hipoteca, las subvenciones que no llegan, los transportes públicos que no existen, las calles mal asfaltadas y mal iluminadas, las plazas públicas invadidas por los vehículos aparcados, los achaques y las enfermedades que sufrimos, el negocio que tiene pérdidas, el sueldo que no nos llega hasta finales de mes, los subsidios que se acaban, la falta de sensibilidad feminista de nuestr@s dirigentes políticos y sociales, el fracaso escolar de nuestros hijos e hijas, el coche que hay que reemplazar por otro justo en el peor momento económico, la subida del precio de la luz y el gas, el despido que nos amenaza, la expectativa de trabajo que se desvanece, ver como nos pisa un trabajo temporal una persona enchufada, el ninguneo político a nuestra actividad profesional, la idea de emigrar a no se sabe donde que nos ronda cada vez con más insistencia... con todo esto y más es con lo que nos levantamos y nos acostamos la mayor parte de la ciudadanía cada día, con esto es con lo que tenemos que lidiar a diario.

Las promesas personales e intransferibles que nos hacemos la mayor parte de las veces quedan en el olvido a los pocos días, y las que nos hacen, y nos harán, a veces nos las creemos, necesitamos creerlas, y a veces respondemos "que les den por ... siempre hacen lo mismo, tod@s los polític@s son iguales". Y terminaremos votando, a unos o a otros, casi por inercia, por aquello de que nos dicen que es necesario nuestro voto; o bien para castigar, negándoles otro periodo de poder a quienes nos tienen hart@s; o bien para dar una oportunidad a quien dice ser mejor y todavía no ha tenido oportunidad de demostrarlo, con la vaga esperanza de que esta vez no nos engañen.

Es bueno dejar de fumar, que duda cabe, como es bueno adelgazar si tenemos sobrepeso y éste afecta a nuestra salud; también es bueno aprender idiomas ya que ese conocimiento nos puede abrir muchas puertas sociales, culturales y profesionales. Pero deberíamos replantearnos nuestras promesas de año nuevo, ser mucho más ambicios@s con ellas. Podríamos, por ejemplo, prometernos participar activamente en las políticas locales, con el objetivo de construirnos nuestro propio presente y futuro.

DahirA.

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