El desarrollo de un pueblo no se mide, o no deberíamos medirlo nunca, fijándonos exclusivamente en la imagen externa, es decir, en la cantidad de infraestructuras que posee y lo grandes y modernas que sean éstas, si no en la cultura que tiene el pueblo, la ciudadanía.
Digo ésto porque el grado cultural, entendiendo éste por lo más básico: la alfabetización, en Huéscar deja mucho que desear, y para ello voy a poner algunos ejemplos de situaciones que me han contado directamente, he estado presente o he sido parte de ellas:
1. Hace unos días, una chica que estaba de paso en Huéscar, por motivos laborales, y que venía de Málaga, me comentó muy sorprendida que nunca había visto a tantas mujeres sobre los cincuenta años analfabetas. Le parecía increíble que en estos tiempos, personas que todavía no son mayores no supieran leer y escribir.
2. Hace poco más de un año, la persona que dirige la revista de Huéscar y yo coincidimos en algún sitio y alguien nos presentó. Me animó, como presidenta de la asociación, a que le enviara alguna foto, si la tuviéramos, de nuestras últimas actuaciones, y algún texto, aunque fuera pequeño, manuscrito, y mal escrito "no te preocupes, que yo te corrijo las faltas de ortografía, y lo reescribo". ¿Por qué ese señor, que no me conocía de nada, dio por supuesto automáticamente que yo apenas sabía escribir? ¿quizás por que soy mujer y por la edad que intuyó que puedo tener?. Naturalmente, protestamos, y su disculpa no vino a solucionar mucho las cosas: "bueno, lo digo porque hace poco Fulanita, presidenta de X asociación, me pasó un escrito sobre tal actuación que dejaba mucho que desear, mal redactado y con muchas faltas de ortografía". Ah, vale, como Fulanita (por cierto, más joven que yo), es presidenta de asociación de mujeres y escribe poco y mal, todas las presidentas de asociaciones de mujeres de Huéscar escribimos poco y mal. Y, ojo, que no soy escritora ni lo pretendo, y cometo más de una falta de ortografía al escribir, y más de dos (y de las tildes, mejor no hablamos), que todavía recuerdo, en este mismo blog, un "abría" del verbo abrir escrito con h, que hace incomprensible la frase, y de lo que me dí cuenta una vez publicada la entrada.
3. Hace unos años, una asociación de mujeres contrató a una administrativa, cuyo fuerte no era la ortografía. En una presentación pública en pantalla, con un texto escrito por ella, el alcalde, cuyo fuerte no es la diplomacia, le fue corrigiendo en voz alta cada una de las faltas de ortografía que contenía el texto, y que eran unas cuantas, todo hay que decirlo. Pocos meses después llegó hasta la asociación un folleto del ayuntamiento que contenía faltas de ortografías garrafales y no pude por menos que recordar las correcciones del alcalde.
4. En unas dinámicas de grupo dentro de unas jornadas de liderazgo asociativo, la señora, mayor que yo, con la que correspondió trabajar un área en la que había que escribir, se disculpó antes de empezar "es que yo he aprendido hace poco a leer y escribir, y se me da mal, mejor escribes tú". Que la señora, que en su infancia tuvo que trabajar y no pudo asistir a la escuela, ni tampoco pudo hacerlo posteriormente por diversos avatares de su vida hasta llegar a una edad, podía ser comprensible, aunque no su baja autoestima en ese tema, ya que fue ella quien escribió lo que hubo que escribir, y lo hizo bien, además.
5. La asociación Educación Popular -tal vez ya he hablado de ello-, en su presentación en el blog plumabierta, en el apartado A punto primero de las Líneas de Trabajo, dice que, a través de un programa de voluntariado juvenil pretenden alfabetizar a los menores de entre 4 y 9 años de etnia gitana. Eso es muy preocupante, ya que viene a decir que en Huéscar existen muchos niños y niñas de entre 4 y 9 años que no están escolarizad@s, algo totalmente contrario a las leyes de este país, que dicen que es obligatoria la escolarización desde los seis hasta los dieciseis años. ¿Qué ocurre en Huéscar para que un porcentaje de niños y niñas estén sin escolarizar?. En el punto dos de ese apartado, también se dice que pretenden conseguir, a través de una escuela de flamenco, alfabetizar a los adolescentes de la misma etnia. Es decir, ni ahora ni hace diez años se ha hecho nada efectivo para que los niños y niñas de etnia gitana estén escolarizad@s. Sin que confundamos escolarización con absentismo escolar, porque son dos cuestiones diferentes, precisamente el mayor rendimiento escolar de los niños y niñas de etnia gitana excluidos socialmente se produce entre los cuatro y los ocho o nueve años. Un niño o una niña de esas características -exclusión social- lee y escribe mejor, y tiene una mayor capacidad de comprensión hasta los ocho o nueve años, que ese mismo niño o niña en la adolescencia, cuatro o seis años después.
6. En la biblioteca pública de Huéscar los carnets de soci@s de personas adultas escasean tanto que para el bibliotecario es un motivo de fiesta poder expedir uno.
Desconozco cual es el grado de analfabetismo entre la población masculina, así como el grado de absentismo escolar entre la franja de población afectada en total. Pero si que es bastante evidente que la palabra analfabetismo y analfabetismo funcional son relativamente usuales en Huéscar. A pesar de su Centro de Educación para Adultos, sus programas específicos con el colectivo gitano, su técnica dinamizadora para la igualdad trabajando incansable dentro de las asociaciones de mujeres.
Lo que viene a demostrar que las políticas practicadas en los tres últimos lustros para el desarrollo cultural de la población están siendo bastante ineficaces, o no les están concediendo la importancia que tienen. Quienes son, o deberían ser, los encargados de que esas áreas funcionen, y el analfabetismo en Huéscar, tanto integral como funcional, hubiera alcanzado la cota cero, no parecen preocupados en absoluto, puesto que no se ve en ningún sitio promoción de campañas y actuaciones al respecto. Ni siquiera se habla de ello. Les da igual que una parte de la población sea analfabeta, y que siga siéndolo por mucho tiempo.
Pero no, señoras y señores políticos locales: la primera valoración del estado de un pueblo no es en función de si tiene más o menos monumentos rehabilitados -y esto lo dice alguien que tiene una especial predilección por la historia urbanística rural, conste-, si no por la cultura que manifiesta tanto la ciudadanía como la clase política. Un pueblo inculto es un pueblo pobre, siempre. Y una clase política, que teniendo los medios, no hace nada, o no hace lo suficiente, para elevar la cultura de la ciudadanía a la que representa, es una clase política de tercera o de cuarta clase, como poco. Luego ese pueblo, por muchos adelantos tecnológicos y urbanísticos y de servicios públicos que tenga, es un pueblo marginal.
Por tanto, sin entrar a valorar el listado de consecuciones de ladrillo y pistas de padel que nos presenten como conseguidas, el nivel cultural de la población es lo que enriquece a un pueblo. Y me refiero a nivel general de cultura, que la formación reglada es otro tema. Cultura de conocer la historia del pueblo, de la comarca; cultura de que cualquier persona, de cualquier edad, y cualquier etnia acuda con regularidad a la biblioteca pública y utilice sus servicios; cultura de conocer y sentir orgullo de nuestro patrimonio urbanístico y natural; cultura de valorar lo nuestro, cultura de creer en nosotr@s, preservar y desarrollar nuestros recursos; cultura de saber informarnos, participar cuando nos convoquen o convocar nosotr@s mism@s cuando sintamos la necesidad; cultura para saber analizar, diferenciar, cuestionar, defender.
Para todo eso necesitamos saber leer y escribir, y ejercitar la lectura y la escritura; necesitamos utilizar las nuevas tecnologías de la información que nos conectan con el mundo vía directa. Mientras todo esto no suceda a nivel generalizado, que ningún político local se sienta orgulloso y predique a los cuatro vientos sus logros de carácter urbanístico en los que su intervención se ha limitado a solicitar la subvención para su consecución, y que en ocasiones se quedan inutilizados al día siguiente de terminados, o infrautilizados, en el mejor de los casos.
Cuando un partido político después de haber gobernado durante una o varias legislaturas consecutivas pueda aportar en su haber de logros que la biblioteca pública abre en horario de mañana y tarde y que las estadísticas de préstamos han crecido un mil por cien respecto a las actuales; que las asociaciones de mujeres ya no necesitan que personas ajenas les realicen, tramiten y entreguen la documentación para sus subvenciones; que todos los niños y niñas están escolarizados, y que el nivel de absentismo escolar ha descendido considerablemente; que tenemos una FPO con módulos de agricultura y turismo; que la artesanía tiene un espacio propio en la cultura y la economía locales; que los ciudadanos y ciudadanas acuden a los plenos municipales con regularidad y utilizan con criterio y participación el espacio de ruegos y preguntas; que los y las ciudadanas dejemos de ser "unidades de consumo" y nos hayamos convertido en actores y actrices participativas, críticas y dialogantes, en las mesas y los foros públicos, con datos en la mano, entonces, ese partido, sea cual sea, estará en todo su derecho de decir que gracias a su labor Huéscar es un pueblo culto, y por tanto, rico.
Pero mientras sigan pululando los fantasmas del envejecimiento, la emigración, el paro, y el analfabetismo, en cualquiera de sus acepciones, los listados de obras y servicios, por muy largos que sean, se quedan muy pobres. Excesivamente pobres. Signo inequívoco de la pobreza y la incultura de quien tan pomposamente los ha redactado y aprobado.
DahirA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario