Ayer, según decían en la prensa (público.es del 5 de enero), fue el día más triste del año. Debe ser algo así como nuestro "hasta San Antón, Pascuas son" y San Antón es el 16 de enero. Y al día siguiente, liberad@s de los excesos y buenos propósitos de la pascua, nos encontramos con la cruda realidad. Bueno, este año ya hemos superado el trance.
Para celebrarlo, esta tarde he preparado unas torrijas, que andaban rondándome el paladar desde hace días, desde que hace un par de semanas escuché un audio de Radio Valdivielso en el que un vecino del valle llamaba preguntando por la receta tradicional y una vecina llamó para dársela. Tomé nota de la receta, y desde entonces, cada día he querido hacerlas. Hasta hoy. Me he permitido, no obstante, alguna licencia: cambiar los granos de anís por vainilla. El anís no me gusta, y todavía guardo algunas de las vainas de vainilla que con tanto amor viajaron en una mochila de expedicionario desde Madagascar hasta Huéscar. Qué pequeño es el mundo cuando nos asomamos a él, aunque sea sin movernos de casa: unas torrijas hechas con las indicaciones de una vecina del Valle de Valdivielso, de la que he sabido a través de una radio comunitaria, por otra radio comunitaria: la nuestra, Radio Pikaza; con ese toque traído desde el sur del planeta, y sin gasto energético añadido ni intermediarios. Torrijas que he degustado mientras veía la película "El planeta libre", una delicia de película que nos podría servir de profunda reflexión, y que tiene momentos de humorosa ironía muy buenos.
Y un vez superados San Antón, el día más deprimente el año, las torrijas valdivielsanas a la vainilla, y la utopía en forma de película, nos queda el invierno recién estrenado que parece que no tiene intenciones de trabajar mucho esta temporada (los dioses y las diosas no quieran que sea un adelanto del cambio climático tan anunciado), y todo lo demás, que se puede reducir a desempleo y pre campaña electoral municipalista, en líneas generales.
En líneas particulares, la comarca, nuestra comarca, sigue su ritmo, o su arritmo, según como lo queramos ver. Leemos intenciones de nuevos pelotazos urbanísticos en La Sagra, el partido gobernante en Huéscar nos hace una relación de todo lo que ha logrado a lo largo de sus legislaturas (aunque se olvida de decir lo que no ha hecho y por qué no lo ha hecho, y si tiene intenciones de seguir intentándolo, como el Centro de Artesanos que anunció en su anterior programa electoral, y del que nunca más se supo; hablaremos de ello con más precisión en otro momento), los comercios empiezan a cerrar, la oficina de turismo ha cerrado, los monumentos recientemente restaurados comienzan a deteriorarse antes de haber sido abiertos al público, las mesas de la Agenda Local 21 ya cubrieron el expediente de participación ciudadana, l@s contratados por la administración local que no son fijos se refugian en oposiciones varias, y asociaciones varias. Se echan de menos las inauguraciones. De la última que tenemos constancia, el mural de Igualdad instalado en el Ayuntamiento, con la asistencia de la coordinadora del IAM en Granada, Olga Manzano, quien mantuvo una reunión previa con las asociaciones de mujeres de Huéscar, DahirA no fuimos invitadas. Supongo que sería un olvido, de esos tontos que se se tienen a veces, de la técnica de igualdad del CMIMH, o de la concejalía de Igualdad, ya que no tenemos ni idea de quien hizo la convocatoria a las asociaciones; supimos del evento por la web del ayuntamiento y a tiro pasado.
Luego están las micro campañas para desacreditar a DahirA, de las que ya hemos hecho algún comentario aquí: que si somos fanáticas por pedir la retirada de la escultura de mujer arrodillada en homenaje a Mariana Pineda, que si lo que hacemos no es artesanía, que si no somos nativas, que si estamos engañando con nuestros productos... burrerías, a no tener en cuenta, si no fuera por lo serio del tema. Por que ya tienen que ser cafres quienes se están dedicando a tales comentarios para desacreditar a un pequeñísimo colectivo que se empeña contra viento y marea en demostrar que tenemos recursos suficientes para desarrollarnos sosteniblemente y que la igualdad de género no consiste en plantar esculturas de mujeres arrodilladas en las plazas públicas, ni en subvencionar a las señoras asociadas para que se vayan de excursión.
Pero bueno, la alegría de San Antón no nos la ha quitado nadie, y ahora a pensar en la siguiente: Semana Santa, aunque este año va a llegar tarde, tendríamos que inventarnos otra fiesta que medie entre San Antón y Semana Santa, los años que ésta se retrase. Que las penas del desempleo y la incertidumbre del futuro de nuestr@s hij@s, entre fiesta y fiesta, menos penas son.
DahirA.
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