Ya está aquí otro ocho de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, y parece que no pasa el tiempo por las mujeres del Altiplano de Granada: aquí seguimos, enredadas en nuestras cosas particulares y nuestras quejas y reivindicaciones en privado.
La escultura de la mujer arrodillada de la Plaza Santa Adela sigue inamovible; seguimos desempleadas; seguimos reclamando empleo de horas libres; seguimos llamándonos emprendedoras siempre que sea con financiación pública exclusivamente y no tengamos que trabajar; seguimos teniendo espíritu de amas de casa, aunque lo aborrezcamos; seguimos con nuestras dobles y triples jornadas de trabajo, asumiendo que las cosas son así; seguimos hablando mal de l@s gobernantes, pero siempre en privado, no vayan a enterarse y se venguen no atendiendo nuestras peticiones de favores; seguimos soñando con ser princesas rescatadas por un príncipe azul; seguimos amenazando con la emigración, como si eso le importara un bledo a quienes gobiernan, más bien deben estar deseándolo: a menos población, menos tasa de desempleo; seguimos añadiendo la coletilla de "somos pobres mujeres"; seguimos, en definitiva, viviendo en otro siglo, que ya se terminó hace tiempo en el calendario.
Estoy generalizando, naturalmente. Conozco a mujeres trabajadoras asalariadas sabiendo lo que implica un contrato laboral, alguna emprendedora de verdad que lucha por mantener su autoempleo, que arriesga, crea y pone en práctica mil recursos para conseguirlo; conozco a mujeres independientes completamente convencidas de que los príncipes azules no existen, por tanto no se disfrazan de princesas a esperarlos. Conozco a mujeres monomarentales, trabajadoras, solidarias, participativas social y políticamente, todo en uno. Conozco a mujeres que se toman en serio la formación, que luchan límpiamente por un puesto de trabajo digno. Conozco a otras que no se resignan a la nada y buscan y buscan trabajo para mantener a su familia, aquí, allí, a jornada completa, a media jornada, por horas, fines de semana, lo que sea, pero ahí están, incansables.
Pero también conozco a otras mujeres que están a todas las bandas y a ninguna, vacilando entre priorizar su estatus de ama de casa, adherirse a empresas piramidales, emprender un negocio innovador y arriesgado o autoemplearse sosteniblemente, no lo tienen muy claro. Conozco a mujeres que estudian y trabajan y además le ponen la mesa al marido y le lavan los calzoncillos -él no contempla participar de las tareas domésticas-, y educan a los hij@s de los dos y le piden permiso para salir a cenar con las amigas una noche al año.
Somos muchas y muy diferentes. Como en botica. Como en cualquier otro lugar. Pero a unas y a otras nos une un denominador común: la desigualdad. Las estadísticas arrojan más desempleo femenino que masculino. Las mujeres tenemos sueldos inferiores a los hombres. Las mujeres asalariadas terminan su jornada laboral y se reenganchan en la jornada doméstica. El cuidado de las personas enfermas y ancianas de la familia recae en nosotras directamente. Los empleos que se están creando, y no son tantos, versan sobre los cuidados a personas dependientes (más de lo mismo). La participación política de las mujeres en la comarca es muy irregular: están calladas, o actúan mimetizadas en partidos cuya actuación en desigualdad -en este caso desigualdad social directamente- es manifiesta, salvo algún excepcional caso.
También esta situación es aceptada como normal en otros lugares, el nuestro no difiere mucho de otros. Lo preocupante es que en la comarca, y pese a las numerosas asociaciones de mujeres en cuyos estatutos la defensa de la igualdad de género está reflejada como prioridad, las mujeres no hemos sabido crear un tejido social y reivindicativo trabajando conjuntamente, sumando experiencias, conocimientos, creatividades, encaminados a nuestra visibilización, empoderamiento y lucha colectiva por los derechos de igualdad social y de género. Nuestra comarca, entre pueblos, anejos y diseminado apenas sumamos sesenta mil habitantes y las dos poblaciones con mayor número de habitantes, con diferencia, tienen cerca de veinte mil una y cerca de ocho mil otra. Todo es abarcable.
Sin embargo, las asociaciones estamos tremendamente individualizadas, y en muchos casos, exentas de activismo de cualquier tipo. Es cierto que hay asociaciones activas, como Amudima de Baza y La Alhábega de Huéscar (recientemente me han informado que siguen adelante con el proyecto "Su literatura, nuestra pintura", y ahora están ampliándolo a otras técnicas artísticas, lo cual nos alegró y mucho), otras que mantienen actividades estables, así a voz en bote, me vienen a la memoria la Asociación de Campo Cámara, que ha editado un libro de cocina, y La Alameda, de Castilléjar, que realiza actuaciones solidarias con pueblos de África. Y seguro que me olvido de alguna más que realice habitualmente actuaciones externas y abiertas. Pero la mayoría limita sus actuaciones al ámbito privado de la asociación (cursos, actividades lúdicas y culturales). Y, en cualquier caso, y ésto es lo que quería decir, no tenemos conciencia colectiva, y mucho menos, reivindicativa en materia de igualdad. En más de cinco años, ninguna asociación se ha dirigido a las demás con una propuesta de igualdad para desarrollarla conjuntamente. Ni siquiera la FAMAG. Tampoco DahirA lo ha hecho. Es decir, en un principio empezamos a proponer, quizás informalmente, encuentros con las tres asociaciones de Huéscar, y ya, aprovechando el taller abierto del 25 noviembre -famoso taller por la cola que ha traído- propusimos explícita y concretamente realizar la exposición itinerante conjunta, como un primer paso de acercamiento y trabajo conjunto. También pensamos que podría ser un punto de encuentro, intercambio de ideas y propuestas los blogs, ya que hicimos el cursillo todas las asociaciones juntas, y más tarde, el blog de la FAMAG, que también lo vimos como una posibilidad muy interesante de estar intercomunicadas todas con todas, y de ahí a debatir, proponer y desarrollar actuaciones conjuntas en materia de igualdad, podía haber un paso nada más. Por último, aún lo intentamos con un proyecto, el RETAM, convocando a las once asociaciones de la comarca de Huéscar, sobre el que, todo hay que decirlo, muy exitoso no fue: se apuntaron tres asociaciones, y solo vinieron dos, o mejor dicho, una y media, ya que una solamente estuvo un día. Y aun así, aquel taller fue muy provechoso, tuvo contenidos, hasta hubo intercambio de experiencias, y el material teórico que habíamos preparado, aquí está; de ese conato de taller asociaciativo comarcal surgieron algunos proyectos a realizar conjuntamente con varias asociaciones; proyectos que alguno se llevó a cabo y los demás se diluyeron en el tiempo y el olvido. Así que por intentarlo no ha quedado.
Pero nunca hemos llegado a más, nunca nos hemos reunido siquiera para hablar de la problemática interna de las asociaciones e intercambiar impresiones, así como para buscar soluciones para activar las asociaciones y dotarlas de contenido mínimamente feminista, y mucho menos para plantearnos hablar de la realidad, de nuestra realidad, como mujeres, como asociadas, como ciudadanas, y plantear posibles soluciones a los problemas que nos sean comunes, estrategias y reivindicaciones. Todo lo más nos hemos reunido formalmente los días modelo: 25 de noviembre, 8 de marzo, para cumplir con el protocolo que las fechas aconsejan.
El tejido asociativo comarcal es invisible para el resto de la sociedad; está apagado, y en la inmensa mayoría de los casos -¡oh incongruencia!- frenado, adormecido, por los CMIM. Estar sin ser. Parecer sin estar. Hacer creer lo que no es. Conformismos varios maquillados de actividades lúdicas en las que ni siquiera pueden participar la totalidad de socias con rimbombantes y exóticos títulos.
Así que, de proyectos de igualdad y actuaciones de igualdad de género, desarrolladas y puestas en marcha por el conjunto asociativo comarcal, ni hablamos. Y estamos perdiendo una oportunidad preciosa, precisamente en estos momentos, cuando estamos viendo la revolución ciudadana de la región del Magreb y Oriente Próximo, donde las mujeres han cobrado protagonismo, y sobre lo que tanto podríamos estar debatiendo y extrayendo conclusiones. Como también podríamos estar atentas a los movimientos feministas de Centro y Sur América.
Y podíamos debatir sobre nuestra realidad, sobre el machismo, el hembrismo, el sexismo que tenemos aquí mismo, en nuestra propia comarca. Y debíamos estar llevando propuestas a la administración para erradicar el desempleo, y exigiendo transportes públicos intercomarcales que nos permitieran una mayor movilidad, especialmente a los y las jóvenes, y a las mujeres, los y las grandes marginadas por la falta de transporte público. Y teníamos que estar hablando de igualdad doméstica, de coeducación,. Y debíamos estar poniendo sobre la mesa y debatiendo fórmulas y estrategias para desarrollar la comarca sosteniblemente, con los recursos que tenemos, y los conocimientos que tenemos, buscando soluciones colectivas, viables, cercanas, respetuosas con el medio y con el colectivo humano, pensando no ya en nosotras, en nuestra generación, si no en la siguiente, en nuestros hijos y nuestras hijas. Y llevar las conclusiones, los argumentos, escritos, estructurados, a donde haga falta, y defenderlos hasta que se nos escuche y se tengan en cuenta nuestras propuestas y nuestras exigencias.
Pero no, aquí estamos, a nuestras cosas, a nuestros individualismos, a nuestra sumisión, a nuestras escapadas, a nuestro conformismo, a nuestras críticas siempre en privado, a nuestros actos protocolarios, otro 8 de marzo más.
Una compañera, María T, activista donde las haya, me ha pasado una cita de Gandhi que dice: "Primero te ignoran, después se ríen de tí, luego te atacan, entonces ganas". ¿En que fase de esas tres estamos las mujeres del Altiplano de Granada?...
Y hurgando por internet he encontrado este vídeo:
http://www.youtube.com/watch?v=vexpy_VrXhw&feature=player_embedded
y esta página:
http://www.youtube.com/watch?v=vexpy_VrXhw&feature=player_embedded
Nada más por hoy. Hasta el próximo encuentro de igualdad de género, que se celebrará, puntualmente, el 25 de noviembre.
DahirA.
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