Hace algo menos de un año, el alcalde de Freila, Abelardo Vico, decía en la Cadena Ser ( http://www.youtube.com/watch?v=i7EefWPN9Sw ), al hilo del trasvase del Castril, que "no hemos sido agraciados con un buen clima, no hemos sido agraciados con unas buenas comunicaciones, no hemos sido agraciados con una ubicación geográfica idónea, puesto que estamos lejos de todos sitios." Emulando al sorteo de roles en la película "Amanece que no es poco", parece que al Altiplano de Granada le hubiera correspondido en el sorteo, precisamente esta ubicación, y no otra más benigna, en las Islas Canarias, o en Irún, por ejemplo. Maldita nuestra suerte.
Nos ha tocado un clima continental, una distancia de cien kilómetros, o más, hasta las inmediatas medianas ciudades, y unas malas comunicaciones, sin transporte urbano, sin trenes, sin aeropuertos, sin autovía entre Freila y Baza, o Freila y Castril, sin puerto de mar, sin TV, sin emisoras de radio, sin Internet. ¡Cachis en las monas!. Pobres desgraciados y desgraciadas. La verdad, es para que demos pena.
En pleno siglo XXI, y aquí estamos, con largos inviernos de fríos rigurosos y veranos cortos pero con calor también riguroso. Hemos sido tan poco agraciados en el reparto climatológico como los propios siberianos y los saharauis. A modo particular, propongo un hermanamiento con estos dos territorios, a la vez que la impugnación del sorteo en el que salió la papeleta "Altiplano" a la vez que la de "clima continental". Ese sorteo tuvo que estar amañado, sin duda. Queremos otro en el que estén presentes observadores de la ONU.
Está claro que, viviendo en un territorio de clima continental tenemos que descartar el cultivo de cítricos; tampoco nuestro territorio es muy apto para el cultivo del castaño, ni del avellano para micorrizarlo con trufa negra. Nuestros recursos hídricos tampoco aconsejan la plantación intensiva de cardo destinado a la producción de electricidad. Sin embargo, nuestras viviendas tienen, o deberían tener, espesos muros que aislen tanto del frío como del calor, que tan rigurosos son por estos pagos, y nuestros armarios roperos deben estar provistos de numerosas prendas de abrigo, a ser posible, de fibras naturales. Estas son algunas de nuestras carencias y características. Muy similares, por otro lado, a las de la sierra norte de Madrid, o el valle de Jerte en Cáceres.
Por eso no entiendo el lloriqueo del alcalde de Freila respecto a lo que no tenemos, aunque no lo dijo gratuitamente, lo dijo a modo de introducción para defender el trasvase del río Castril; vino a decir algo así como que, ya que no hemos sido agraciados con un clima suave, y estamos lejos de las ciudades, que menos que repartamos el agua del Castril entre los pueblos de la comarca, aunque no la necesitemos, si para ello fuera necesario desequilibrar el territorio y el ecosistema comarcal. Vamos a resarcirnos de las carencias desestructurando los cauces y repartiendo solidariamente el agua de los ríos. De esta forma, quizás, el alcalde mencionado, se sienta resarcido por las carencias generadas por el clima de nuestro territorio.
¿Que qué tiene que ver una cosa con la otra? A mi modo de entender, nada. Si acaso, es una burda justificación para defender lo indefendible (a las pruebas me remito, esta misma semana el Tribunal Supremo ha ordenado paralizar inmediatamente las obras del trasvase, por lo que a estas horas ya deben estar paralizadas).
Pero el alcalde de Freila no es el único que lloriquea por lo que no tenemos, más de uno en el Altiplano gusta de utilizar esa táctica: es que no tenemos, es que estamos abandonados de la mano de Sevilla, es que estamos lejos, es que las multinacionales no quieren instalarse aquí... Los territorios rurales, señores míos, no necesitamos multinacionales. Los territorios rurales, amplios, bastante despoblados, con tierras casi vírgenes, con distintos recursos endógenos, con una red de carreteras aceptable, y con una fuerte financiación pública, nos bastamos para desarrollarnos sosteniblemente, si es que esa fuera o fuese la intención. Ya tengamos clima continental o clima mediterráneo. Ya estemos a cien o a doscientos kilómetros de distancia de la capital de provincia y a cuatrocientos de la capital autonómica.
Estos alcaldes no saben, o no quieren saber, que tenemos un basto territorio cubierto de espartales, que estos para regenerarse necesitan ser recolectados; que su desaparición, aunque lenta, afectará considerablemente al ecosistema; que el esparto recolectado tiene múltiples usos, tanto en el campo de la construcción, como en el de la artesanía, como en el de fabricación de productos utilitarios domésticos; que no hay nada nos impida recolectarlo por medios mecánicos no invasivos y transformarlo en la comarca.
Como tampoco saben, o no quieren saber, que la agricultura ecológica tiene que ser sostenible, y que para eso hay que empezar por consumirla en la comarca; que varear los olivos utilizando métodos tradicionales es un valor añadido al producto, que además beneficia a los pequeños agricultores y genera empleo, aunque sea temporal; que no se trata de inventar nuevas producciones de regadío, ni alimentar las tradicionales con más agua, si no darle el valor añadido que merecen esas cosechas que no se han cultivado para que sean más rápidas y más grandes, si no que han crecido a un ritmo natural; que nuestras tierras agrícolas no son la herramienta para que las multinacionales de la alimentación se enriquezcan a costa de imponernos precios axfisiantes y un transporte insostenible.
Como tampoco saben, o no quieren saber, que la avicultura y la cunicultura ecológicas no consisten en criar a los animales enjaulados atiborrándolos a piensos para su rápido engorde, por más que esos piensos sean de origen ecológico, si no que la crianza sea en régimen de semi libertad y aprovechando lo que de la tierra primero; y que si se envasa, transforma y consume primero en la comarca, se está generando empleo.
Como no saben, o no quieren saber, que la ganadería ovina no consiste en la crianza para la exportación, salvo un pequeño porcentaje para consumo propio; que las ovejas dan leche y lana, que se transforma en queso y fibras textiles que, tras diversos procesos terminan siendo prendas de abrigo y de decoración; que las cabras dan leche para consumo directo, y también para transformarla en quesos; que los rebaños pueden constituir retenes de limpieza de montes para prevenir incendios.
Como no saben, o no quieren saber, que las autovías deshumanizan el territorio que atraviesan y que aquí no las necesitamos, ya que las carreteras de un solo carril que unen unos pueblos con otros, están vacías prácticamente a cualquier hora del día, y esto teniendo en cuenta que el transporte público intercomarcal es una payasada apenas existente, cuando debiera ser al contrario, a estas alturas de siglo y de financiación pública, nuestro sistema de transporte público intercomarcal debía ser un modelo de eficacia.
Como tampoco saben, o no quieren saber, que para que la ciudadanía conozca y utilice las nuevas tecnologías informáticas para formarse, informarse, adquirir cultura, y comunicarse, tanto da que vivamos a diez o a mil kilómetros de una gran ciudad; que podemos ser personas rurales de nacimiento y de crecimiento, y al mismo tiempo formadas, cultas y con una fuerte conciencia medioambiental y sostenble.
En fin, que nuestros alcaldes, que pocas veces se solidarizan unos con otros en público, cuando lo hacen es por un motivo poco o nada beneficioso para la comarca y con una subliminalmente clara intención de que desaparezcamos como entidades rurales. Ahí están los ejemplos que repetimos una y otra vez, y lo hacemos a conciencia, conste: el trasvase (el audio del enlace que he puesto al comienzo de esta entrada, en su totalidad, no tiene ningún desperdicio); el hotel de seis estrellas con sus helicópteros y sus lagos, las marraneras murcianas, la incineradora "estadounidense", la macro urbanización con sus campitos de golf, la central eléctrica del pantano sin sentido... Ahora, les nombras consumo de proximidad, aprovechamiento del esparto, aprovechamiento lanar, desarrollo del tejido artesanal, y te miran con cara de susto, que solo les falta hacer la señal de la cruz con los dedos y decir "¡va de retro, satanás!".
DahirA.