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miércoles, 20 de junio de 2012

Mis primeras promesas electorales: Agricultura


Como futura candidata a alcaldesa por Huéscar, según la firme decisión que adopté hace unas semanas, como ya anuncié en la anterior entrada, aprovechándome de un comentario que acabo de leer en el Foro Pikaza, hilo Sueldo del Señor alcalde, sobre la disyuntiva entre darle la bienvenida a empresas foráneas de productividad abstracta u organizar el sector de la agricultura ecológica local, voy a desgranar cuales son mis intenciones respecto a la Agricultura, una vez sea alcaldesa que, a lo mejor, me sirve para ir ganando votos. O perdiéndolos, pero bueno, eso no se sabe. Hay que arriesgar.

No tengo datos, ni medianamente precisos, de la situación actual de la agricultura huesquerina, pero como alcaldable que soy, tampoco los necesito. Llegado el momento de confeccionar el programa electoral, ya tengo pensado lo que pondré: “Mi equipo y yo fomentaremos la agricultura”. Esas frases, concisas y directas, dichas en un contexto rural fundamentado en el sector primario,  suelen dar muy buen resultado.

No voy a pillarme los dedos especificando que tipo de agricultura fomentaré, no sea que luego la ciudadanía que me haya votado (estoy segura de que ganaré las elecciones), y la que se haya quedado en la oposición, o sin representación en el ayuntamiento, se le ocurra reprocharme incumplimiento de promesas electorales, y dado que soy muy sensible, ciertos reproches no los encajo bien, así que es mejor prevenir.

Una vez instaladas mis posaderas en el sillón de la alcaldía, ya veremos que pasa. A lo mejor algún empresario del agronegocio se interesa por nuestras tierras casi de primera mano y con suficiente agua de buena calidad y gratis, en contraposición de la escasa, cara y de mala calidad de otros sitios. A lo mejor, nuestros perdidos agricultores y agricultoras entran por el aro del agronegocio y se convierten en fieles peones del mismo, creando falsas cooperativas para alimentar a las multinacionales mientras tanto éstas encuentran a otros incautos e incautas que les resulten más baratas y tengan una mayor predisposición a la sumisión y la esclavitud.

Lo que en ningún caso voy a hacer, ni siquiera ahora que cuento con un tiempo más que prudencial por delante para ir preparando el terreno, es rodearme de personas entendidas en la materia: agricultoras, eco agrónomas, ganaderas, medioambiente,… y que entre unos y otras vayan conformando con precisión cual es la situación, cuales las posibilidades de aprovechamiento sostenible, a cuanta población beneficiarían y por cuanto tiempo.

Sostenible, esa palabra vulgarizada a fuerza de ir de boca en boca, ¿qué significa? ¿Una agricultura que sostiene la economía local y el bienestar de la ciudadanía si mermar su capacidad de explotación? ¡Por favor! Eso suena a mensaje ecologista y perroflautista.

Mi pretensión, cuando sea alcaldesa, es que, si no hay mas remedio, crezca la agricultura, pero al agricultura que sostenga a unos cuantos empresarios del agronegocio, multinacionales y aspirantes, y que éstos me mantengan a mi, aunque esta frase, dicha así, pueda llevar a equívocos, y alguien, utilizando las viejas armas machistas, me llame “mantenida”, con las connotaciones que acarrea y los sinónimos que sugiere: querida, amante, puta. Pero no, no voy en esa dirección; me refiero a que me mantengan en mi puesto de alcaldesa, que contribuyan con sus donaciones a pagar mi nómina (no prometo, lo digo ya, que no sea superior a la del actual alcalde) y con los puestos de trabajo de tercera categoría que creen, le den confianza a la ciudadanía a seguir votándome.

Por que, lo que no tengo claro, es en qué me va a beneficiar a mi particularmente iniciar un proceso de agricultura ecológica autóctona compuesta de pequeños productores y comercialización de proximidad. La gente no entiende de esas cosas, el GDR no entiende de esas cosas, el CADE no entiende de esas cosas, Andalucía Orienta no entiende de esas cosas, el IMPE no entiende de esas cosas, la UTE no entiende de esas cosas, ANCOS no entiende de esas cosas; ni siquiera la oposición (y presumo que cuando yo gobierne la oposición será de varios colores) no entiende de esas cosas; el esfuerzo que me supondría rodearme de personas competentes en la materia, elaborar un proyecto integral, comunicarlo, hacerme entender, pelearme con las administraciones en caso de necesitar financiación para ponerlo en marcha sin admitir un no por respuesta, vigilar que se cumpla cada uno de los acuerdos y objetivos, exigir a cada uno y una de las responsables de las concejalias eficacia máxima ¿y todo para que? ¿para que la ciudadanía en poco tiempo, viva mejor y sea más feliz, a costa de mi esfuerzo? ¡Naranjas de la china!

Ni que fuera tonta.

A mi, cuando ya tenga mis posaderas convenientemente instaladas en el sillón de la alcaldía (estoy haciéndome un cojín de encaje de bolillos, ¡más mono!), que la gente tenga trabajos dignos y sueldos dignos, que cultiven alimentos saludables, que puedan comprarlos fácilmente y a precios justos, que no se derrochen combustibles ni agua, que los campos y huertos estén vivos, preciosos, limpios y ordenados, y además den de comer a otros sectores, como el del comercio y la hosteleria, y contribuyan a llenar las arcas del ayuntamiento, me importa, no tengo reparos en decirlo abiertamente, una rastra de pimientos transgénicos.

Yo voy a ser más de, y tómelo, querida ciudadanía, como una promesa electoral firme, por ejemplo, si una asociación de profesionales, o un particular, me dice “oye, tengo un proyecto, si lo presentas tú para que lo financie X, vamos a un 60-40% con lo que den” (por ser alcaldesa primeriza, hago una oferta: puedo bajar el porcentaje hasta un 75-25). Ya pueden ir haciendo números las personas y/o entidades interesadas.

Estoy segura de que, con este adelanto de promesa electoral,  acabo de ganarme por lo menos media docena de votos directos y un par de cientos de indirectos. Esto marcha. Faltan, si antes no ocurre una desgracia política, los dioses y las diosas no lo quieran, 35 meses para las siguientes elecciones. A este ritmo, me meto los votos en el bote antes. Mucho antes. 

 


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