No a la escultura de mujer arrodillada representando a Mariana Pineda en la Plaza Santa Adela de Huéscar

martes, 3 de julio de 2012

Aviso a desempleadas: Taller de gestión y búsqueda… de emociones y feminidad.


Me acabo de dar cuenta que estoy plena de saludables emociones, y eso que todavía no ha comenzado el taller ofrecido desde el CMIM Huéscar, organizado por Diputación y, supongo, que con el beneplácito de la coordinadora del IAM en Granada, que por si ustedes no lo saben, es vecina de Huéscar y concejala de Igualdad de este ayuntamiento. El taller se llama “Emociones saludables” y está dirigido a mujeres en general.

Mis emociones, todas muy saludables, son muchas. A nivel local, me emociona profundamente los niveles de desempleo, los enredados sorteos del ayuntamiento para cubrir los puestos de trabajo sin cualificar, y la opacidad que se gasta en la contratación de los cualificados y ya, cuando escucho los temas de conversación entre  los niños y adolescentes de mi barrio que versan sobre hermandades religiosas, fútbol y la gilipollez de tener que estudiar inglés siendo españoles, me emociono total y absolutamente. La escultura de Mariana Pineda de rodillas en la plaza Santa Adela hace ya mucho tiempo que me emociona.

A nivel nacional me emociona, muy saludablemente, el desempleo y el empleo precario, la carga que tienen que soportar muchos miles de jubilados con pensiones mínimas, dando de comer a hijos e hijas y sus descendientes, y desde el domingo, prestando dinero al gobierno, quieran o no quieran, pagando parte de las recetas medicas que en un plazo aproximado el gobierno les devolverá. Me emociona particularmente que mi hijo, con bachiller internacional, el titulo universitario de Desarrollo Internacional, bilingüe, dos años de experiencia en energías renovables y ahorro energético en la universidad de Edimburgo y en Ciudad del Cabo, y algunos etcéteras más en los que no me voy a extender, tenga que verse obligado a continuar siendo emigrante, si o si. Por emocionarme, me emociona mi propio e indeseado desempleo.

Me emocionan saludablemente también, que todo hay que decirlo, los incendios en Valencia, esas casi cincuenta mil hectáreas que están ardiendo desde el fin de semana, y que son susceptibles de convertirse en terrenos urbanizables, de la misma forma que me emocionan, y hasta se me saltan las lagrimas de la emoción, no puedo evitarlo,  los 4,6 euros que paga por un cartón de leche el hospital de Santa Lucia de Cartagena.

Me emocionan, saludablemente, muchos más temas: las hambrunas de los países a los que Europa les roba los recursos, los recursos locales que no se aprovechan; los alcaldes de pueblo que cobran 54.740 euros anuales, y los bancos y cajas de ahorro que han vendido preferentes y acciones a personas ancianas,  analfabetas o discapacitadas intelectuales y me emociona que los cuerpos de seguridad que están para proteger a la ciudadanía, a veces se confundan y la apalean y detienen para acabar multándola, quizás por haberse dejado apalear y detener por la policía nacional o autonómica.

Mis saludables emociones son tantas que le faltan horas al día para poder dar rienda suelta a todas. Si no es porque estamos en situación de recortes pediría al gobierno, con todo respeto, que alargara los días por decreto ley.

Aunque quizá ahí radique el problema, en que no gestiono bien mis saludables emociones, y por eso debería inscribirme en el taller de gestión emocional y búsqueda de lo femenino, que no se yo que será eso de femenino, no me suena de nada, nada. “En busca de lo femenino” se llama el segundo taller. Lo que me ha hecho recordar aquella escena de la película “Tomates verdes fritos” en la que una de las protagonistas acude a un taller de autoestima femenina en el que la conductora le entrega un espejo de mano a cada mujer, y le pide que se sienten en el suelo, se quiten las fajas y bragas, abran bien las piernas y observen a través del espejo su “feminidad”: labios, clítoris, abertura vaginal.

El problema es que soy tímida en esos asuntos de cuerpo descubierto dirigidos por una persona vestida. Lamentándolo mucho, voy a obviar los esfuerzos de Diputación y de la Concejalía de Igualdad de Huéscar por ayudarnos a encontrar nuestra feminidad, que no nuestro feminismo. El feminismo, es decir, la igualdad de genero, debe ser para ellas poco menos que pecado.Y en materia de empleo, con el de ellas ya basta, deben pensar.

En fin, si alguna señora inscrita en el taller de emociones saludables y búsqueda de la feminidad leyera estas líneas, le doy un consejo: acuda al taller ligerita de ropa interior, para encontrarse con su feminidad sin muchas dificultades. Y que la disfruten, por supuesto.


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