Los cerezos de la comarca de Huéscar están teniendo el mal
tino de ponerse a brotar en pleno otoño, justo antes de los fríos invernales
que se encargarán de aplacarles la prisa que han mostrado por ponerse a fabricar
las hojas de la nueva temporada. Veremos si, después de este despiste, cuando
llegue el momento de verdad, actúan con la misma celeridad.
De hecho, el primer frío importante de la temporada comenzó
ayer. Si bien a nivel de suelo, en el pueblo, no hay evidencias de nieve, si
hay unas sospechosas goteras de los tejados, que evidencian un deshielo que se
ha producido esta noche.
Estas nieves entran dentro de lo normal, no es la primera
vez que nieva por estas fechas en el pueblo, al menos desde que yo puedo
recordar, aunque no son muchos los años de los que puede nutrirse mi recuerdo
en este sentido.
Los brotes de los frutales ya me sorprenden más. Probablemente,
estemos ante los primeros signos del anunciado y ninguneado cambio climático.
Otro más de los que a lo largo de su extensa historia ha sufrido el Planeta
Tierra, solo que esta vez es un cambio climático forzado por la acción del ser
humano, provocado por las acciones erróneas de este, por ésa prepotencia innata
que nos caracteriza de que estamos por encima de la naturaleza y podemos
domeñarla sin que haya consecuencias.
Estamos en un punto en que deshacer acciones individuales,
aunque sean pequeñas, cuenta, y mucho, a la hora de frenar el cambio climático,
porque todavía podemos hacerlo reversible. Si seguimos al ritmo que hemos mantenido
hasta ahora, en unos pocos años, no, ya será irreversible. Conozco a personas
mayores que dicen “bueno, yo ya no lo veré y mis hijos y nietos que arreen”. A
la clase política le interesa menos todavía, supongo que porque está inmersa en
los beneficios inmediatos, económicos y en especie –votos- que le proporciona
el saqueo de recursos y despilfarro de emisiones contaminantes.
Una muestra de lo que digo respecto a la clase política, a
nivel local, es la colaboración del Ayuntamiento de Huéscar con la organización
de una Ruta 4x4 en nuestro territorio prevista para el mes de enero próximo,
promovida por un Club 4x4 local. Ya está mal que las políticas medio
ambientales sean tan necias que den permisos para este tipo de eventos, pero
mucho peor es que el Ayuntamiento colabore, en nombre de la ciudadanía sin
preguntarnos antes.
No es la primera ruta ni la primera carrera oficial de 4x4
que se ha desarrollado en nuestro territorio, por supuesto, con el aplauso y
colaboración del Ayuntamiento. Incluso con la colaboración económica, a cambio
de publicidad de un club senderista y de alojamientos de turismo rural, entre
otros. Pero bueno, que colabore una gasolinera es comprensible, ya que estos vehículos
consumen unas cantidades indecentes de combustible fósil, y si van a la carrera
en competición, supongo que mucho más, y eso son beneficios económicos
inmediatos para el negocio.
Esta ruta, no obstante, tiene una particularidad: es una
Ruta Solidaria. Si, como lo leen: Solidaria. Los vehículos 4x4 locales y los
que vendrán de otras localidades y regiones, aunque no hay datos sobre el total
de ellos, destrozarán caminos, contaminarán tierra, aguas y aire, alteraran el ecosistema, despilfarrarán
combustible fósil cuyas reservas están menguando alarmantemente, pero no lo harán
por capricho ni mucho menos, lo harán porque se lo dicta sus conciencias
solidarias, las conciencias de las y los participantes con sus caros cacharros
contaminadores y rompedores de caminos rurales y, también, las conciencias del
Concejal de Medio Ambiente, de la
Concejala de Agricultura y Ganadería, y del Alcalde.
Entonces, quizás se pregunte alguien ¿en que consiste la
solidaridad? Es muy fácil de explicar: cada participante, al inscribirse, tendrá
que pagar la tasa impuesta por la organización y además tendrá que entregar
alimentos envasados con fecha de caducidad avanzada, que la organización del
evento, el Club 4x4 local, donará a una organización católico-caritativa de
carácter nacional, la Conferencia San
Vicente de Paúl.
Así de fácil nos lavamos las conciencias los seres humanos:
por un lado, nos divertimos despilfarrando recursos porque si, a la par que
contaminamos y fomentamos la aceleración
del cambio climático y, simultáneamente, practicamos la caridad más básica
y trasnochada, con lo que nos vamos a dormir con seguridad de estar haciendo un
bien social.
Mientras haya
personas ignorantes e irresponsables que dañan al planeta porque si, y
por tanto, dañan a sus descendientes porque si, tiene que haber otras personas
y otros grupos organizados enfrente, dejándose la piel en el intento de compensar los desmanes de
este tipo, y de otros muchos igual de irresponsables y gratuitos, calculando
cuanto más es necesario reducir para equilibrar los excesos.
El proyecto A safer year 2050 es uno de esos proyectos en
que algunas personas se dejan la piel intentando restablecer un equilibrio,
concienciando a nivel planetario, intentando dar a conocer cualquier iniciativa
en cualquier lugar y ponerla en contacto con personas de cualquier otro para
que la absorban y la pongan en practica, o les sirva de guía para sus propias
iniciativas.
Mi imparcialidad
respecto a la importancia de este proyecto puede verse cuestionada, sin duda, porque
el autor es socio de DahirA, y además, el parentesco entre ambos es evidente. Por
eso, es interesante que lean ustedes el avance del proyecto, valoren su
importancia utilizando el sentido común, y si lo estiman oportuno, difundan y,
si así lo consideran, conviértanse en uno o una patrocinadora más del mismo,
entre los cientos que ya se han sumado.
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