¿Alguien de ustedes puede darme un motivo para que una mujer sea violada de pleno derecho? ¿Conocen, aunque sea de oídas, a algún cabestro que supiera dar un motivo? ¿En qué casos creen ustedes que una mujer "da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar de su cuerpo"?
No, no es que esté encendida porque ayer fue el Día Internacional contra la Violencia de Género, y como siempre, pasó de puntillas y en privado por la comarca, y hoy tenga ganas de polémica. Es que esos cabestros existen, y ocupan cargos que pueden tener influencia sobre las almas cándidas, que haberlas, haylas, muchas más de lo que sería razonable estadísticamente.
Pueden tenerla y la tienen, ya que la frase que viene a justificar el abuso sexual ilimitado a una mujer no fue dicho en un corro de ultra machistas borrachos, ni tampoco en ningún medio de países árabes con regímenes politico-religiosos fundamentalistas. Fue dicha por el arzobispo de Granada en el sermón de la misa el 20 de diciembre de 2009 (especifico la fecha y el año, más que nada, por si lo lee alguien y luego lo traslada a su blog dando la noticia por actual, como ocurrió hace poco con un enlace encontrado en el foro Pikaza Huéscar, creo recordar que a Ideal, con fecha también del 2009, y el gestor o gestora del blog de Mancomunidad de Municipios Comarca de Huéscar copió el texto íntegro de la noticia en dicho blog, dándola por actual).
Pues sí, el excelentísimo y reverendísimo arzobispo de Granada Javier Martínez se permitió, en pleno uso de sus derechos eclesiásticos, decir a la feligresía que lo escuchara, que los abusos sexuales a mujeres pueden infligirlos libremente, siempre y cuando, eso sí, no a todas las mujeres, sino a aquellas que hayan abortado. Es decir, si por este hombre prehistórico -he medido el calificativo, sí- fuera, cuando una mujer, pongamos por caso, de 35 años, denuncia una violación, en el momento del juicio, el juez debería preguntarle ¿señora, usted ha abortado alguna vez en su vida? y si la señora responde "sí, aborté voluntariamente, pero fue hace mucho tiempo, cuando tenía 21 años, y antes de que su abogado proteste por la pregunta" el juez dará el juicio por zanjado diciendo "ah, entonces es usted culpable, ya sabe que cualquier hombre tiene derecho a violarla el resto de su vida, y cuantas veces le de la gana" . Así de cafre ve el mundo el arzobispo de Granada, cuya mentalidad se quedó atascada no se sabe en qué época pretérita.
Es de suponer que el arzobispo no haya pronunciado estas abominables palabras de apología a la violencia sexual contra las mujeres en aquella única ocasión, sino que que las haya pronunciado también en sus círculos profesionales: obispos, curas, catequistas, en más de un momento. Palabras que muy bien pueden haber llegado a oídos de niños de diez, doce años, y de adolescentes que, ya de jóvenes y de adultos, si llegan a saber que una mujer ha abortado, o que una mujer directamente se lo hace saber, pueden recordarlas y dar por hecho que pueden violar a esa mujer sin ningún cargo de conciencia, ya que se lo escucharon decir a un arzobispo. También las pueden haber escuchado niñas y adolescentes, que llegadas a la juventud y madurez, pueden rechazar socialmente a otras mujeres por el hecho de saber que han abortado.
Tampoco deber ser el único en su especie que opine así. ¿Quien nos dice que en la infancia y la juventud nuestras tres últimas concejalas de la mujer y de igualdad de Huéscar (las tres del PSOE) no se encontraran en su infancia y juventud con un cura ultra machista y que por eso ven con tanta naturalidad que Mariana Pineda esté representada en forma de escultura en actitud humillada y sumisa en una céntrica plaza del pueblo? Claro que, de ser esta la explicación al borderío que le infligen a Mariana Pineda, no deberían haberse afiliado al partido socialista, sino a uno de confesión católica. Ni tampoco deberían aceptar cargos públicos, ni de concejalas ni de coordinadoras del IAM, cuyo propósito sea la igualdad de género. Porque más que incongruentes, son traidoras. De sí mismas, del socialismo, del catolicismo, y sobre todo, de la ciudadanía.
DahirA.