Este país ha perdido el norte por completo. Acabo de leer en
Público una noticia que, pareciendo que la protagonista es Ana Botella y su opinión
sobre los desahucios, sin embargo no lo es. El protagonista es Amancio Ortega.
La alcaldesa de Madrid sale en su defensa agradeciéndole los 20 millones de
euros que ha donado a Caritas y que según la alcaldesa, servirán para las
personas necesitadas, entre ellas, las que han sufrido un desahucio.
Las empresas de confección de Amancio Ortega explotan en régimen
de esclavitud a niñas en países subdesarrollados y emergentes. Las explota
tanto que amasa millones y millones de euros, tantos que este año le sobran
veinte. Millones de euros. Y es tan buena gente que los dona para paliar la explotación
y la miseria.
Rizando el rizo. Y la buena de la alcaldesa de Madrid, la
misma a la que no se le caen los anillos afirmando en publico, que la Cenicienta del cuento
es un ejemplo a seguir por todas las mujeres porque soporta los malos tratos
sin rechistar, defiende al explotador de personas incluso pequeñitas, menores
de edad, con el objetivo de amasar millones y millones que luego no sabe en que
emplearlos.
Sinceramente, no se quien es más infame, si Amancio Ortega,
o Ana Botella por defender lo indefendible. Claro que, lo más destacable de la
carrera política de esta señora son sus enrevesadas y crueles opiniones y
declaraciones, cada una peor que la anterior.
En fin, que para justicia social, versión Ana Botella,
Eurovegas. Los desahucios son inevitables. Y el explotador de niñas y mujeres,
un santo.
Ya tengo una edad, a que engañarnos, y a pesar de ello, me
zafé de la Sección
Femenina. Confío en que no me obliguen a hacer el servicio
social a mi edad. No ya por mi, que también logre salir victoriosa de unos
cursillos prematrimoniales impartidos por un orondo sacerdote de la España profunda, sino
porque no se si soportaría que el país retrocediera en poco tiempo hasta los
años cuarenta o cincuenta del siglo pasado.