Ayer, mientras Georges Petre dirigía el concierto de Año Nuevo en Viena -más que dirigir, Petre, de 85 años de edad, acaricia la música y nos la hace llegar a través de magistrales y precisos gestos acompañados de una sonrisa apenas esbozada y tan hermosa que no necesita más-, pensaba en las compañeras de Noche Zihuame, de Prodecos, en Eva, en Carmen, tan cercanas y sin embargo tan lejos; y pensaba en Aminatou.
Y pensaba en Juantxo, detenido en Copenhaguen por defender a la madre tierra.
Y pensaba en los millones de mujeres, niños y hombres que están malnutrid@s por falta de alimentos, y enferm@s por falta de atención sanitaria, y analfabet@s por que no tienen acceso a la educación.
Y pensaba en todas las personas que sufren las consecuencias de las guerras: miedo, viviendas destruidas, amputaciones.
Y pensaba en todas aquellas personas que son perseguidas y encarceladas por sus ideas, contrarias a lo que dicta la religión mayoritaria del lugar en el que han nacido o simplemente, por no ser las mismas del gobierno totalitario de su país.
Y pensaba si en estas condiciones es adecuado desear un feliz año nuevo. Creo que si, y además de desearlo es necesario trabajar y luchar para que cualquier injusticia, ocurra en el lugar del planeta que ocurra, por muy alejado que este se encuentre del nuestro y por muy diferente que sea su cultura. Para todos esos millones de personas desfavorecidas por unas y otras circunstancias, desde DahirA deseamos profundamente que se asienten las bases para que cualquiera de esas injusticias desaparezcan, y que esas bases comiencen a activarse ya, a partir de hoy, día 2 de enero de un nuevo año, el 2010.
DahirA.